"¿Por qué lo quiso Dios? ¿Por qué lo quiso? Hasta que lo averigües, sométete a la voluntad del Señor tu Dios, haciéndote su amigo, puesto que conoces su intención. ¿Qué siervo hay tan soberbio que, si su señor le ordena que realice algo, le responde 'Por qué'? El Señor tiene cabe sí su intención: se somete a él si la cumple, si la realiza bien, si de siervo se convierte en amigo, según lo que dijo el mismo Señor: 'Ya no os llamaré siervos, sino amigos'. Quizá llegue a conocer también la intención de su señor; entre tanto, antes de conocerla, sufra de buen grado su voluntad" (Sermón 296, 7).
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