Humildes de corazón
"La repetición anual de la solemnidad equivale a una repetición de lo que Cristo el Señor sufrió por nosotros en su única muerte. Lo que tuvo lugar una sola vez en la historia para la renovación de nuestra vida, se celebra todos los años para perpetuar su memoria. Por tanto, si debemos ser humildes de corazón y estar llenos del afecto de la verdadera piedad durante toda nuestra peregrinación que transcurre en medio de tentaciones, ¡cuánto más en estos días, en que no sólo se vive, sino que también se simboliza en la celebración este tiempo de nuestra humillación! La humildad de Cristo nos enseña a ser humildes, porque Él al morir cedió ante los impíos; su excelsitud nos hace excelsos, porque Él al resucitar precedió a los justos" (Sermón 206, 1).
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