Dar y perdonar

"Añadamos a nuestras oraciones la limosna y el ayuno, cual alas de la piedad con las que puedan llegar más fácilmente hasta Dios. A partir de aquí puede comprender la mente cristiana cuán lejos debe mantenerse de robar lo ajeno, si advierte que es una especie de robo el no dar al necesitado lo que le sobra. Dice el Señor: Dad, y se os dará; perdonad, y seréis perdonados. Entreguémonos con fervor a estos dos modos de limosna: el dar y el perdonar, nosotros que pedimos al Señor que nos otorgue sus bienes y no nos pida cuenta de nuestros males… Dios, que no sufre hambre, quiso, no obstante, ser alimentado en la persona del pobre, para que, cuando nos sintamos necesitados, nos saciemos en quien es rico… Que el siervo se reconcilie con el consiervo para no ser castigado con justicia por el Señor. Para este tipo de limosna nadie es pobre y puede hacer que viva eternamente quien no tiene con qué vivir temporalmente. Se da gratuitamente; a base de dar se acumulan riquezas que sólo se consumen cuando no se dan. Sean confundidas y perezcan las enemistades, de quien sean, que hayan resistido hasta estas fechas. Déseles muerte, para que no la causen ellas; sean dominadas, para que no dominen ellas; elimínelas el que redime, para que no eliminen ellas a quien las retiene" (Sermón 206, 2).

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