Todo lo ha recibido

"Antes de la venida del Señor Jesús se jactaba de sí mismo el hombre. Viene aquel hombre para que la gloria del hombre mengue y vaya en auge la gloria de Dios. Porque viene Él sin pecado y nos halla a todos con pecados. Si es verdad que viene El a perdonar pecados, que dé Dios con largueza y que el hombre confiese sus pecados. La humildad del hombre es su confesión, y la mayor elevación de Dios es su misericordia. Si, pues, viene El a perdonar al hombre sus pecados, que reconozca el hombre su miseria y que Dios haga brillar su misericordia. Justo es que crezca El y que yo mengüe, esto es, que El dé y que yo reciba; que El sea glorificado y yo confiese mis pecados. Comprenda el hombre su situación y confiese a Dios sus pecados y oiga con atención al Apóstol, que se dirige al hombre soberbio y pagado de sí y que quiere engreírse: ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? Comprenda, pues, el hombre (que pretendía atribuirse a sí mismo lo que no es suyo) que todo lo ha recibido y humíllese; le es mejor que sea Dios en él glorificado"
(Comentario al evangelio de Juan 14, 5).    

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