"Que vuestra fe vaya acompañada del amor, porque es posible tener fe y carecer de amor. No os exhorto a que tengáis fe, sino a que tengáis amor. No podéis tener amor sin fe; me refiero al amor a Dios y al prójimo. ¿Cómo puede existir éste sin la fe? ¿Cómo amará a Dios quien no cree en él? ¿Cómo amará a Dios el necio que dice en su corazón: No existe Dios? Puede darse que creas en la venida de Cristo, sin que le ames a él. Pero no es posible que ames a Cristo y no digas que ha venido" (Sermón 90, 8).
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