"Resucitó el Señor ileso e incorrupto de aquella gruta donde se había escondido de Saúl. Ocultándose a los impíos prefigurados por Saúl, sí se mostró a sus miembros. Los miembros del resucitado fueron tocados por sus propios miembros. Así fue, pues sus miembros, los apóstoles, tocaron al resucitado y creyeron" (Comentario al salmo 56, 4).
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