Doble Maldad

Que no sea entregado por nosotros, sino por un discípulo suyo; no seamos nosotros quienes lo matemos, sino el juez; que todo sea obra nuestra, pero que no lo parezca. ¿Y dónde queda el Grito de vuestra lengua: Crucifícalo, crucifícalo? ¿Tan ciegos estáis, que llegáis a ser sordos? Una inocencia fingida no es inocencia; una imparcialidad fingida no es imparcialidad; es doble maldad, ya que además de maldad, es simulación
(Comentario al salmo 63, 11).

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