La profundidad de las Escrituras

Porque es tal la profundidad de las Escrituras cristianas, que mi adelantamiento no tendría fin, aunque me ocupara en estudiarlas a ellas solas desde la primera infancia hasta la decrépita senectud, con holgura completa, con extremo afán y con mayor ingenio.
No es tanta la dificultad cuando se trata de saber las cosas que son necesarias para la salvación.
Pero una vez afianzada la fe, sin la cual no se puede vivir piadosa y rectamente, quedan para los eruditos tantos problemas, tan velados entre múltiples sombras misteriosas; hay tan profunda sabiduría no sólo en las palabras en que los problemas se presentan, sino también en los problemas reales que se pretenden desvelar, que a los más veteranos, agudos, ardientes en el afán de conocer, les acaece lo que la misma Escritura dice en cierto lugar: Cuando el hombre termina, entonces empieza
(Carta 137, 1, 3).

No hay comentarios:

Publicar un comentario