"Ciertamente esta concepción enlazó en la unidad de persona al hombre con Dios, a la carne con el Verbo. A ella siguieron las buenas obras, no la precedieron para merecerla. No era de temer que en este inefable modo de unirse la naturaleza humana con la única persona del Verbo pecase ésta, abusando de su albedrío, pues ya la unión era de tal índole, que la naturaleza humana tomada por Dios no admitía en sí ningún movimiento de la mala voluntad. Por este Mediador demostró Dios cómo a los redimidos con su sangre, de malos había que cambiarlos en buenos para siempre, pues El de tal modo asumió la humanidad, que ella fuese siempre inocente, siempre buena, sin haber sido purificada de ninguna mancha de pecado"
De la corrección y de la gracia 11, 30.
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