"No escuchemos a los que dicen que el Hijo de Dios no asumió un verdadero hombre ni nació de mujer, sino que mostró a los que lo vieron una carne falsa y una imagen simulada de cuerpo humano, ignoran que la sustancia divina, al gobernar todas las criaturas, no puede recibir mancilla en absoluto. Ellos mismos confiesan que este sol visible esparce sus rayos sobre toda la inmundicia y corrupción de los cuerpos, y esos rayos se mantienen limpios y puros. Si, pues, cosas visibles y limpias pueden ser tocadas sin mancharse por cosas visibles y sucias, ¿cuánto mejor pudo la inmutable Verdad, al tomar el alma por el espíritu y el cuerpo por el alma, asumir al hombre entero y liberarlo de todas las enfermedades sin padecer contaminación? Por eso se angustian sobremanera temiendo lo imposible, a saber, que la Verdad se mancille con la carne humana"
El combate cristiano 18,20.
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