"Quienes se llaman y no son, ¿de qué les aprovecha el nombre, si no tienen la realidad? ¡Cuántos se llaman médicos y no saben curar! ¡Cuántos se llaman serenos y se pasan toda la noche durmiendo! Así muchos se llaman cristianos y no aparecen tales en sus obras, porque no son lo que se llaman, es decir, en la vida, en las costumbres, en la fe, en la esperanza, en la caridad… Por esto el mundo no nos conoce; porque no conoció a Cristo. Nuestro Señor Jesucristo caminaba, era Dios en carne; se ocultaba en la flaqueza. Y ¿por qué no fue conocido? Porque reprendía a los hombres todos sus pecados. Ellos, amando los deleites de los pecados, no le reconocían Dios"
(Comentario a la Epístola de San Juan 4, 4).
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