"El Señor obra misericordia y justicia con los que reciben agravios. La obra, hermanos, ahora, antes de que lleguemos a la renovación como la del águila, antes de que seamos saciados de bienes. Pues ¿qué acontece aquí, en esta peregrinación, en esta vida? ¿Por ventura somos abandonados? No. El Señor obra misericordias. Y ved cómo las obra: no abandonándonos en el desierto, no dejándonos en la soledad mientras no lleguemos a la patria. El obra misericordias. Pero ¿con quiénes? Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos conseguirán la misericordia. Ha poco, hermanos, lo oísteis cuando se leía el evangelio. Luego nadie piense que ha de conseguir la misericordia de Dios si él no es misericordioso. Pero oye cuál ha de ser la medida de la misericordia, no acontezca que la ejecutes con el amigo y no con el enemigo. Se dijo: Amad a vuestros enemigos. ¿Quieres ser saciado con los bienes de Dios? Encuéntrate saciado de misericordia. La completa misericordia es la perfecta misericordia. Ella es la que ama, la que honra al que le odia"
(Comentario al salmo 102, 11).
No hay comentarios:
Publicar un comentario