Justicia y Misericordia

"Nos hallamos, hermanos, en presencia de uno de los abismos de la Escritura, en cuyo fondo insondable se oculta, quizá, un misterio, que la oportunidad nos invita a desentrañar. Juzgo, pues, hermanos, que a vosotros y a mí nos está llamando a una investigación iluminada por la fe, para que lo hallado ceda en beneficio de nuestra salud. ¿Por qué, pues, a este irse al Padre lo denomina justicia, y no también a su venida del Padre? ¿Será porque le hizo venir la misericordia, y la justicia le retornó? En este caso, nos enseñaría ello que no podemos ser perfectamente justos si somos negligentes en practicar la misericordia, no buscando nuestras cosas, sino las de otros. Aconsejando lo cual, el Apóstol alegó en seguida un ejemplo, tomado del mismo Señor: Nada, dice, por rivalidad ni por vanagloria, antes bien por la humildad interior, estimando los unos a los otros como superiores a si; no mirando cada cual sus propias ventajas, sino también las de los demás. A lo que añadió en seguida: Tened cada uno en vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual, a pesar de su condición divina, no se aferró a su categoría de Dios, sino que se anonadó a sí mismo, tomando forma de esclavo, haciéndose uno de tantos; y en su condición exterior presentándose como hombre, se abatió a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Tal fue la misericordia, por la que vino del Padre"
 (Sermón 144, 4).    

No hay comentarios:

Publicar un comentario