Ahora te llama


"Convertíos a mí y yo me convertiré a vosotros; dice: No quiero la muerte del impío, sino que se convierta y viva. El es sufrido; tú, por el contrario, conforme la dureza de tu corazón y con impenitente corazón, atesoras para ti la ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios, el cual dará a cada uno según sus obras... Ahora te llama, te exhorta, te espera a que entres en razón, y tú tardas. El demostró gran misericordia dejándote incierto el día de tu vida a fin de que ignores cuándo has de emigrar de aquí, ya que, esperando cotidianamente tu salida, te convertirás en algún tiempo... No digas: Mañana me convertiré, mañana agradaré a Dios, y todas mis iniquidades de hoy y de ayer se me perdonarán. Dices verdad al afirmar que Dios prometió el perdón a tu conversión; pero no prometió el día de mañana a tu dilación"
(Comentario al Salmo 144, 11).

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