No pongas excusas


"El pecador se complace en su vida miserable, y no quiere aparecer responsable; rechaza el ser convencido de pecado cuando peca; no acepta su propia acusación con saludable humildad, antes bien, con ruinosa altivez inventa mil excusas... Entre estos que suelen excusar sus pecados hay quienes se lamentan de la fatalidad, que les determina a delinquir, como si fuera imposición de las estrellas, como si el cielo pecase al planear para que el pecador pueda después ejecutar. Otros prefieren atribuir su caída a la fortuna, pensando que todo acaece por combinaciones fortuitas; pero aseguran que lo saben y mantienen con su cuenta y razón, no con fortuita presunción. ¿No será demencia atribuir sus cálculos a la razón y sus empresas al azar? Otros atribuyen al diablo cuanto hacen de malo, pero niegan tener relación alguna con él, pudiendo sospechar que en efecto les persuadió a obrar mal con ocultas sugestiones, y no pudiendo dudar de que otorgan su consentimiento, vengan ellas de donde vinieren. Otros hay que convierten su excusa en una acusación contra Dios; por divinos juicios son míseros, y por su propio frenesí, blasfemos. Inventan frente a Dios, como principio contrario, la sustancia rebelde del mal"
(De la continencia 5, 13-14).

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