Muerto nos alimenta

“De esta manera, Cristo mismo, figurado en el cordero, manifestado en su ser hombre, les dio muerte a ellos ya saciados, y muerto nos alimenta a nosotros. Y todavía sus hijos, eructando la vieja levadura de sus padres por habérseles indigestado la vanidad, continúan gloriándose de los panes ácimos, sin comprender que aquel alimento, libre de la vieja levadura, significa la vida nueva, que, prefigurada en el tipo, se revela en Cristo” 
(Sermón 229 C, 1).

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