DEBILIDAD MANIFIESTA, HUMILDAD MARAVILLOSA

"El que contiene el mundo yacía en un pesebre; no hablaba, y era la Palabra. Al que no contienen los cielos, lo llevaba el seno de una sola mujer: ella gobernaba a nuestro rey; ella llevaba a aquel en quien existimos; ella amamantaba a nuestro pan. ¡Oh debilidad manifiesta y humildad maravillosa, en la que de tal modo se ocultó la divinidad! Gobernaba con el poder a la madre, a la que estaba sometida su infancia, y alimentaba con la verdad a aquella cuyos pechos le amamantaban. Complete en nosotros sus dones el que no desdeñó asumir también nuestros comienzos; háganos también hijos de Dios el que por nosotros quiso ser hijo del hombre" (Sermón 184, 3).


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