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El hombre imagen de Dios

“El sentido que debemos más bien elegir en estas palabras, hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, es que no las entendemos como dichas en singular, sino en plural, porque no fue hecho el hombre a imagen de solo el Padre o de solo el Hijo o de solo el Espíritu Santo, sino a imagen de esta Trinidad; cuya Trinidad de tal modo es Trinidad que es un solo Dios, y de tal forma es un solo Dios que es Trinidad. No dice, pues, hablando el Padre por el Hijo, hagamos al hombre a tu imagen o a imagen mía, sino que pluralmente dice a imagen y semejanza nuestra; y ¿quién se atreverá a separar al Espíritu Santo de esta pluralidad? Esta pluralidad no es tres dioses; por eso se ha de entender que después la Escritura introdujo el singular diciendo: E hizo Dios al hombre a imagen de Dios, para que no se tomase como si Dios Padre hiciera al hombre a imagen de Dios, es decir, de su Hijo, pues de otro modo, ¿cómo es verdadero lo que se dijo, a imagen nuestra, si el hombre fue hecho únicamente a imagen del Hijo? Por ser verdadero lo que dijo Dios, a imagen nuestra, por eso se dijo así: Hizo Dios al hombre a imagen de Dios, como si dijera a imagen suya, que es la misma Trinidad” (Del Génesis a la letra, incompleto 16, 61).

Vestíos del hombre nuevo

“El hombre fue creado a imagen de Dios, no según su forma corpórea, sino por su alma racional; así lo declaran de consuno la razón verdadera y la autoridad del Apóstol. Pensamiento vano y grosero sería imaginar a Dios circunscrito y limitado por configuración de miembros corporales. ¿No nos dice el santo Apóstol: Renovaos en el espíritu de vuestra mente y vestíos del hombre nuevo, creado según Dios; y más claramente en otro lugar: Despojaos del hombre viejo con sus actos, y vestid el nuevo, que se renueva en el conocimiento de Dios, según la imagen del que le creó? Si nos renovamos en el espíritu de nuestra mente, el hombre nuevo se remoza en el conocimiento de Dios según la imagen de su Creador; luego para nadie ofrece duda que el hombre ha sido hecho a imagen del que lo creó, pero no según el cuerpo o según una parte cualquiera de su alma, sino según su mente racional, sede del conocimiento de Dios” (La Trinidad 12, 7, 12).

La caridad es Dios

“Mas cuando se llegó a la caridad, que es Dios, según las santas Escrituras, principió a brillar con tenues fulgores una trinidad: el amante, lo que se ama y el amor. Pero como aquella luz inefable deslumbró nuestra mirada y nos hizo sentir la debilidad de nuestra mente para poder atemperarnos a ella, como descanso de la atención fatigada, fijamos la mirada de nuestra reflexión en nuestra propia mente, según la cual fue el hombre creado a imagen de Dios, por sernos su conocimiento más familiar y ocupar un término medio entre el principio y el remate de nuestro estudio” (La Trinidad 15, 6, 10).