(Comentario al Salmo 6, 2).
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Vivr según el alma
"Desde la venida del Señor, a partir de la cual se pasó de la circuncisión de la carne a la del corazón, tuvo lugar la vocación para que se viviera según el alma, es decir, según el hombre interior, que también se denomina hombre nuevo por la regeneración de las costumbres y la innovación espiritual… Puede notarse cómo el número ternario pertenezca al alma, porque se manda amar a Dios por triplicado: con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente; sobre cada una de estas cosas ha de tratarse no en el Salterio, sino en el Evangelio. Para demostrar que el número ternario pertenece al alma, juzgo suficiente lo que se dijo.Pasados los tiempos del cuerpo pertenecientes al hombre viejo y al Antiguo Testamento y finalizados también los tiempos del alma referentes al hombre nuevo y al Nuevo Testamento, como habiendo pasado el número septenario, porque cada uno se desliza temporalmente, distribuido el cuaternario en el cuerpo y el ternario en el ánimo, se presenta el octavo día"
Dios es la vida
"Dios es su vida. Y así como, cuando ella está en el cuerpo, la comunica vigor, y fuerza, y movimiento y actividad a todos los miembros, lo mismo Dios, que es su vida, cuando está en ella, le comunica la sabiduría, y la piedad, y la justicia, y la caridad. Una cosa es lo que el alma comunica al cuerpo, y otra muy distinta, lo que al alma comunica Dios. El alma vivifica y es vivificada. Vivifica muerta, aunque ella no sea vivificada. Cuando viene, pues, la palabra y se introduce en los oyentes y llegan éstos no sólo a oírla, sino también a obedecerla, entonces se levanta el alma de la propia muerte a su propia vida, esto es, de la iniquidad, de la insipiencia y de la impiedad a su Dios, que es para ella sabiduría, y justicia, y claridad. Que vuele a Dios y que sea por Él iluminada. Acercaos, pues, a Él. ¿De qué nos servirá? Y seréis iluminados. Sí, pues, cuando os acercáis, sois iluminados y, cuando os alejáis, os entenebrecéis, luego vuestra luz no está en vosotros mismos, sino en vuestro Dios. Acercaos si queréis resucitar; porque, si os alejáis, moriréis. Si, pues, cuando os acercáis, tenéis vida y, cuando os alejáis, caéis en la muerte, luego vuestra vida no está en vosotros mismos, porque vuestra vida es vuestra luz. Porque en ti está la fuente de la vida y en tu luz veremos la luz"
(Comentario a Juan 19, 12).
Dios hace al alma feliz
"La bienaventuranza, sin embargo, del alma, por la que ella es dichosa, no se logra sino por la participación de aquella vida que está viva siempre y que es inmutable y eterna sustancia; es decir, de Dios. Y así como el alma, que es inferior a Dios, comunica la vida a lo que es inferior a ella, es decir, al cuerpo, de igual modo la misma alma no puede recibir la vida que le hace feliz sino de lo que es superior a la misma alma. El alma es superior al cuerpo, y Dios es superior al alma. El alma da algo al inferior, y ella lo recibe del superior. Que ella sea fiel servidora de su Señor, con el fin de que su esclavo no la pisotee a ella… Esta es la religión cristiana: la adoración de un solo Dios, no la adoración de muchos dioses. No hay más que un solo Dios que hace al alma feliz. Es bienaventurada por la participación de Dios. No es feliz el alma enferma por la participación de un alma santa, ni es feliz tampoco el alma santa por la participación del ángel, sino que, si desea el alma enferma ser feliz, que investigue de donde le viene al alma santa su felicidad. No serás tú jamás feliz por el ángel, sino que, por lo mismo que el ángel es feliz, lo serás tú también"
(Comentario a Juan 23, 5).
Dios es la vida de tu alma
"Muere tu alma perdiendo su vida. Tu alma es la vida de tu cuerpo, y Dios es la vida de tu alma. Al modo que muere el cuerpo cuando pierde el alma, que es su vida, así muere el alma cuando pierde a Dios, que es su vida. Ciertamente el alma es inmortal, y de tal forma es inmortal, que vive aún estando muerta. Lo que dijo el Apóstol de la viuda que vivía en deleites, puede también decirse del alma que ha perdido a su Dios: que viviendo está muerta"
(Comentario a Juan 47, 8).
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