Se hizo para vosotros Camino


"Entonces les abrió las Escrituras, pensando en las cuales habían dicho llenos de desesperación: Nosotros esperábamos que Él redimiera a Israel. ¡Lo esperabais, oh discípulos; ya no lo esperáis!

Ven tú, ladrón, amonesta a los discípulos.
¿Por qué habéis perdido la esperanza por haberle visto crucificado, por haberle contemplado colgado, por haberle considerado débil? Así lo reconoció el ladrón, pendiente de la cruz también, creyendo al instante en aquel compañero de suplicio; vosotros, en cambio, habéis olvidado al autor de la vida. Llámalos, ¡oh ladrón!, desde la cruz; tú, criminal, convence a los santos. ¿Por qué a ellos? Nosotros esperábamos que iba a redimir a Israel. ¿Por qué el ladrón? Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.

Esperabais, pues, que Él iba a redimir a Israel. Si Él va a redimir a Israel, vosotros habéis caído; pero Él levanta, no abandona.
Quien se convirtió en vuestro compañero de camino, se hizo para vosotros camino"
(Sermón 236A, 4).

Escucha la Palabra

"Corrígete, escucha la Escritura. No me desprecies como a un hombre que celebra su aniversario; te hablo con palabras de la Escritura: No tardes en convertirte al Señor. Estas palabras no son mías, pero son también mías; si las amo, son mías; amadlas, y serán vuestras. Lo que estoy diciendo está tomado de la Escritura; si lo desprecias, se convierte en tu adversario"
(Sermón 339, 7).

En el evangelio consta que nos compraron

"Como él has nacido también tú; de donde nació él naciste tú; de quien renació él renaciste tú; él fue redimido con el mismo precio que tú; tanto vale él como vales tú. Se nos ha procurado un único documento. El evangelio es el documento donde consta que todos hemos sido comprados; tú lo mismo que él. En cuanto somos siervos, es un documento; en cuanto hijos, un testamento. Mírale a él, mira a tu consiervo"
(Sermón 317, 3).

No alejarse de la Palabra


"La diferencia que existe entre la paja verdadera y estos hombres carnales radica en que la paja no tiene libre albedrío, mientras que Dios se lo otorgó al hombre. Y el hombre, si quiere, aunque ayer hubiera sido paja, hoy puede convertirse en trigo; y, si se aleja de la palabra de Dios, hoy mismo vuelve a convertirse en paja. Y lo único de que ha de preocuparse es de cuál será su estado en el tiempo de la última aventación" 
(Sermón 252, 6).