Mostrando entradas con la etiqueta Palabra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Palabra. Mostrar todas las entradas

La voz y la Palabra

Por tanto, considerad ahora ya el alcance de aquellas palabras: Conviene que él crezca y que yo mengüe. Prestad atención, por si consigo expresarme; y, si eso no es posible, por si soy capaz de insinuar, o al menos de pensar, en qué modo, con qué sentido, con qué intención, por qué motivo —de acuerdo con la distinción mencionada entre la voz y la palabra —, dijo la misma voz, el mismo Juan: Conviene que él crezca y que yo mengüe. ¡Oh sacramento grande y admirable! Considerad cómo la persona de la voz, personificación misteriosa de todas las voces, dice de la persona de la Palabra: Conviene que él crezca y yo mengüe. ¿Por qué? Estad atentos
 (Sermón 288, 5).

La Palabra envió las voces

Envió a los patriarcas, a los profetas; envió a tan numerosos y grandes pregoneros suyos. La Palabra que permanece envió las voces, y, después de haber enviado por delante muchas voces, vino la voz; en cambio, para que tú puedas comprender llega antes la misma Palabra en su voz, en su carne, cual en su propio vehículo.  Recoge, pues, como en una unidad, todas las voces que antecedieron a la Palabra y resúmelas en la persona de Juan. El personifica el misterio de todas ellas; él, sólo él, era la personificación sagrada y mística de todas ellas. Con razón, por tanto se le llama voz, cual sello y misterio de todas las voces
(Sermón 288, 4).

Miércoles de la II Semana




Reposa en el Señor y espera en Él
(Sal 37, 7)






Dios habla en el silencio del corazón

Mas son muchas las maneras como Dios habla con nosotros. Alguna vez nos habla sirviéndose de un instrumento, por ejemplo, el códice de las divinas Escrituras; habla mediante algún elemento del mundo, como habló mediante la estrella de los magos (cfrMt 2, 2). ¿En qué consiste el hablar, sino en manifestar la voluntad? Habla mediante la suerte, como cuando ordenó sustituir a Judas con Matías 17; habla mediante un alma humana, como por el profeta; habla mediante un ángel, como aceptamos que habló a algunos patriarcas (cfr. Gn 22, 11), profetas (cfr. Dan 14,33) y apóstoles (cfr. Act 5,19-20); habla mediante alguna criatura hablante y sonante, como leemos y retenemos que se produjeron voces en el cielo, aunque no se veía a nadie con los ojos (cfr. Mt 3,17). Por último, al hombre Dios no le habla de una sola manera; no me refiero al habla exterior, haciéndose percibir por los oídos y por los ojos, sino a la interior, en el corazón: le habla o en sueños, como se mostró a Labán el sirio, para que no hiciera mal alguno a su siervo Jacob (Gn 31,24), y al faraón a propósito de los siete años de opulencia y otros tantos de carestía (cfr. Gn 41,1-7); o posesionándose del espíritu de un hombre, a lo que los griegos llaman «éxtasis», como cuando Pedro en oración vio un recipiente bajado del cielo, lleno de semejanzas de los gentiles que habían de creer (cfr. Act 10,10-16); o en la mente cuando, sea quien sea, descubre su majestad y su voluntad, como en el caso de Pedro mismo, que, en aquella visión conoció, pensando en su interior, qué quería el Señor que hiciese (cfr. Act 10,19). Pues esto nadie puede conocerlo, a no ser que sea capaz de reconocer un cierto clamor silencioso de la verdad que resuena en su interior. Dios habla también a la conciencia de los buenos y de los malos; ya que nadie puede, rectamente, aprobar la obra buena y desaprobar el pecado, sino en presencia de la voz de la verdad que alaba o acusa en el silencio del corazón. Mas la verdad es Dios. Dado que ella habla de tantas maneras a los hombres, a los buenos como a los malos -aunque no todos a los que habla de tantas maneras puedan ver también su sustancia y naturaleza- ¿qué hombre puede, conjeturando o pensando, abarcar de cuántas y de qué maneras habla la misma verdad a los ángeles, sea a los buenos que gozan de su inefable fulgor y hermosura, contemplándola por medio de su admirable caridad, sea a los malos, que, depravados en su soberbia y ubicados por la verdad misma en los lugares inferiores, pueden oír su voz de ciertas maneras ocultas, aunque no son dignos de ver su rostro?
Por lo tanto, amadísimos hermanos, fieles de Dios e hijos verdaderos de nuestra madre la Iglesia católica, que nadie os engañe con alimentos envenenados, aun en el caso de que todavía os alimentéis con leche (cfr. 1Cor 3,2; Heb 5,12-14). Caminad con perseverancia en la fe de la verdad (cfr. 1Tes 2,12) para que podáis llegar en el tiempo oportuno a la visión clara de la misma verdad (cfr. Tit 1,1-2). Pues, según dice el Apóstol, Aún aquí en el cuerpo, somos peregrinos lejos del Señor; caminamos en la fe, no en la visión (2Cor 5,6-7). La fe cristiana nos conduce a la realidad, esto es, a la visión del Padre. Por eso dice el Señor: Nadie viene al Padre si no es por mí (Jn 14,6-10)
 (Serm. 12, 4-5)




EN BREVE...El Señor no hace que las orejas del cuerpo le oigan más fuerte que en el secreto del pensamiento, donde sólo él escucha, donde sólo Él es oído (Serm 12,3)

Palabra de Dios en Dios

"Palabra de Dios en Dios. Palabra por la cual fueron hechas todas las cosas. Y ¿qué es por ti? Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Y también: El que a su propio Hijo no perdonó, sino que le entregó por nosotros, ¿cómo con El no nos dará todas las cosas? Aquí tienes qué cosa es, quién y por quién. El Hijo de Dios es carne por el pecador, por el perverso, por el desertor, por el soberbio, por el inicuo imitador de su Dios. El se hizo lo que tú eres, hijo del hombre, para que nosotros nos hiciéramos hijos de Dios. Se hizo carne. ¿De dónde? De la Virgen María"
 (Comentario al Salmo 70, s. 2, 10).

Salve, llena de Gracia

"¿Qué eras tú que vas a dar a luz? ¿Cómo lo has merecido? ¿De quién lo recibiste? ¿Cómo va a formarse en ti quien te hizo a ti? ¿De dónde repito, te ha llegado tan gran bien? Eres virgen, eres santa, has hecho un voto; pero es muy grande lo que has merecido; mejor, lo que has recibido. ¿Cómo lo has merecido? Se forma en ti quien te hizo a ti; se hace en ti aquel por quien fuiste hecha tú; más aún, aquel por quien fue hecho el cielo y la tierra, por quien fueron hechas todas las cosas; en ti, la Palabra se hace carne recibiendo la carne, pero sin perder la divinidad. Hasta la Palabra se junta y se une a la carne, y tu seno es el tálamo de tan gran matrimonio; vuelvo a repetirlo: tu seno es el tálamo de tan gran matrimonio, es decir, de la unión de la Palabra y de la carne; de él procede el mismo esposo como de su tálamo nupcial"
 (Sermón 291, 6).

Construir la casa de la Fe

“Ahora, repito, construid con amor espiritual la casa de la fe y de la esperanza; construidla con las buenas obras que no existirán allí, porque no habrá indigencia alguna. Poned, pues, como cimiento en vuestros corazones los consejos de los profetas y apóstoles; echad delante vuestra humildad cual pavimento liso y llano; defended juntos en vuestros corazones la doctrina saludable con la oración y la palabra cual firmes paredes; iluminadlos con los divinos testimonios cual si fueran lámparas; soportad a los débiles como si fuerais columnas; proteged bajo los techos a los necesitados, para que el Señor nuestro Dios os recompense los bienes temporales con los eternos y os posea por siempre una vez acabados y dedicados”
 (Sermón 337, 5).

Esa Palabra es tu adversario

"¿Quién es, pues, este adversario? La palabra de Dios. Esa palabra de Dios es tu adversario. ¿Y por qué es tu adversario? Porque prescribe todo lo contrario de lo que tú haces… Cuando ordena esto, la palabra de Dios es el adversario. Porque no quieren los hombres hacer lo que quiere la palabra de Dios. ¿Por qué digo que es el adversario la palabra de Dios al mandar eso? Temo que yo mismo me convierta en adversario de algunos por decir estas cosas. ¿Y qué me importa? Hágame fuerte aquel que me intima el hablar, sin temer a las quejas de los hombres" 
(Sermón 9, 3).

Te formó la Palabra de Dios

"La Escritura llamó a la lengua fuego. Al hablar la Escritura sobre la persecución, dice refiriéndose a los mártires matados: Los probó como oro en el fuego y los recibió como ofrenda de holocausto. Oye cómo la lengua de los aduladores es tal fuego: El oro y la plata se prueban por el juego; pero el varón, por la boca de los que le alaban. La persecución es fuego; la alabanza también. De ambos te conviene salir puro, intacto. Te quebró quien te ultrajó; te rompiste en el horno como vaso quebradizo. Te formó la palabra de Dios y vino la tentación de la tribulación; lo que está modelado conviene que sea cocido; si está bien modelado, se acerca al fuego para que le dé consistencia" 
(Comentario al salmo 69, 5).

La Palabra libra de lazos

"La palabra de Dios que se halla en el corazón libra de lazos, de camino malo y de ruina. Contigo está Aquel de quien su palabra no se aparta de ti. ¿Qué mal padecerá aquel a quien guarda Dios?"
 (Comentario al Salmo 36, s.3, 12).

Permanezcamos en sus palabras


"Permanezcamos en sus palabras para no ser confundidos cuando venga. En el Evangelio dice a los que creen en Él: Si permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos. Y como si le preguntasen: ¿Qué provecho nos reporta?, responde: Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará. Ahora nuestra salud se basa en la esperanza, no en la realidad, pues aún no tenemos lo que se nos prometió, sino que lo esperamos venidero. Fiel es el promitente; no te engaña. Únicamente no desfallezcas; espera la promesa. La verdad no puede engañar" 
(Comentario a Epístola de Juan 4, 2).

Edificar sobre roca

“Hermanos míos, que vinisteis con entusiasmo a escuchar la palabra: no os engañéis a vosotros mismos a la hora de cumplir lo que escucháis. Pensad que, si es hermoso oírla, ¡cuánto más será el llevarla a la práctica! Si no la escuchas, si no pones interés en oírla, nada edificas. Pero si la oyes y no la llevas a la práctica, edificas una ruina… Por tanto, el escuchar la palabra y cumplirla equivale a edificar sobre roca. El sólo escuchar es ya edificar"

(Sermón 179, 8)

Estoy al servicio de la Palabra

"Se han clavado en mi cuerpo las saetas del Señor. Trátase de las Palabras de Dios que traspasan el alma cuando intiman la confesión... Así pues, estas palabras son comida del que las desea; es decir, son una ayuda, pero nunca del que tiene impaciencia en el dolor. ¿Se come el pan sin sal? Como si se le preguntara: ¿Por qué dices todo esto de modo figurado? Y la respuesta es: Porque si lo dijera a título personal resultaría un plato insípido. ¿Tienen sabor las palabras vanas? Se refiere a las conversaciones frívolas de los hombres, porque las palabras de Dios son pan, pero pan celestial. Mi alma no puede estar ociosa. Al igual que el pan sin sal es inaguantable, así estoy ahora al servicio de la palabra de Dios, a tenor del texto: ¿Cómo oirán si nadie les predica? Porque estoy viendo mis alimentos malolientes como el hedor del león.Porque mis palabras son malolientes y apestan como el león, sea a causa de la soberbia que los hace jactanciosos, sea porque, al abrazar las realidades carnales, los que se gozan de sus propias palabras apestan como el león"

(Anotaciones a Job, 6).

Escucha la Palabra

"Corrígete, escucha la Escritura. No me desprecies como a un hombre que celebra su aniversario; te hablo con palabras de la Escritura: No tardes en convertirte al Señor. Estas palabras no son mías, pero son también mías; si las amo, son mías; amadlas, y serán vuestras. Lo que estoy diciendo está tomado de la Escritura; si lo desprecias, se convierte en tu adversario"
(Sermón 339, 7).

No alejarse de la Palabra


"La diferencia que existe entre la paja verdadera y estos hombres carnales radica en que la paja no tiene libre albedrío, mientras que Dios se lo otorgó al hombre. Y el hombre, si quiere, aunque ayer hubiera sido paja, hoy puede convertirse en trigo; y, si se aleja de la palabra de Dios, hoy mismo vuelve a convertirse en paja. Y lo único de que ha de preocuparse es de cuál será su estado en el tiempo de la última aventación" 
(Sermón 252, 6).

Colgados de la Palabra

"Ahora estoy seguro de haber llegado la palabra de Dios a vuestro oídos. Bendito sea por ello el Señor y bendita su gloria. Reunidos aquí hoy y colgados de la palabra del despensero divino, no paréis los ojos en esta carne mía, por cuyo medio se os profiere; cuando hay hambre, no se mira la vileza del plato, sino la calidad del alimento. Dios se encargará de probaros. Ahora estáis aquí juntos, y la palabra divina os parece bien; ya vendrá la prueba, y se verá cómo la oís; asuntos tendréis donde mostrar quiénes sois. Porque también hay quien ayer oía con gran placer, y anda hoy por ahí lanzando insultos a todo pulmón… El sabe en qué manera oyes tú su palabra y con qué rigor ha de pedirte esto que me ordena darte. Ha querido sea yo el proveedor; la cobranza se la reservó él" 
(Sermón 125, 8).

La Palabra se hizo carne

"¿Qué no hubiese podido hacer con la sola palabra si lo hubiese mandado? ¿Qué no puede hacer con la palabra la Palabra? No cualquier palabra, sino ésta: En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Esta Palabra, que al principio era Dios junto a Dios, se hizo carne para habitar entre nosotros. Luego la Palabra caminaba revestida de carne. Mientras la carne era visible, la Palabra estaba oculta. Pero con anterioridad, muchos profetas, cual mensajeros de ella en su espíritu y verdad, habían predicho que esta Palabra iba a venir en carne"
(Sermón 136 C)

Hervir en caridad por la Palabra

"Entiende todo esto de la palabra de Dios, reconoce todo esto del espíritu de Dios. Comienza a hervir en caridad por la palabra que oyes y ve lo que ejecutó en ti el fuego, ministro de Dios. Que hace a sus espíritus ángeles, y fuego abrasador a sus ministros"
(Comentario al salmo 103, 16).

Edifica sobre piedra

“Edifica sobre piedra, no sobre arena: oír y obrar, es edificar sobre piedra; no oír ni hacer, es no edificar. Si edificas sobre arena, edificas la ruina. Si nada edificas, te hallas expuesto a la lluvia, a las avenidas de los ríos, al viento, y serás arrastrado en lugar de permanecer en pie. Luego no hay que cruzarse de brazos, sino edificar; ni edificar de tal suerte, que se edifique la ruina; sino que ha de edificarse sobre piedra" 
(Comentario al salmo 102, 28).

No abandones la Palabra

"Tú tienes tu alimento, y el dragón el suyo. Si vives bien, tendrás por alimento a Cristo; pero, si te apartas de Cristo, serás alimento del dragón. Todos esperan de ti, Señor, que les des el alimento a su debido tiempo. ¿Qué se dijo al dragón? Comerás la tierra. Al dragón se le dijo: Comerás la tierra todos los días de tu vida. Oíste cuál es el alimento del dragón.¿No quieres que Dios te entregue para ser comido por el dragón? No seas alimento del dragón, es decir, no abandones la Palabra de Dios" 
(Comentario al salmo 103, IV, 11).

Retener la Palabra de Vida

"En el cuarto día fueron hechos los luminares para que el justo haga todas las cosas claramente, sin murmuraciones, reteniendo la palabra de vida en medio de una generación extraviada y perversa. Pues así como la noche no extingue el fulgor de las estrellas en el cielo, tampoco la iniquidad oscurece las mentes de los fieles afianzadas en el firmamento de la divina Escritura"
(Comentario al salmo 93, 29).