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Se turbó porque quiso


"Tu te turbas sin quererlo, Cristo se turbó porque quiso. Jesús sintió hambre, es verdad, pero porque quiso. Es verdad que Jesús durmió, que se contristó, que murió, pero todo porque quiso: en su mano estaba ser afectado de uno u otro modo o no ser afectado. El Verbo tomó el alma y la carne, uniendo en sí en una sola persona la naturaleza humana. Pues por el Verbo fueron iluminadas las almas del Apóstol, de Pedro, de Pablo y de los otros apóstoles, como lo fueron las de los santos profetas; pero de ninguna se ha dicho: El Verbo se hizo carne; Yo y el Padre somos una sola cosa. El alma y el cuerpo de Cristo, con el Verbo de Dios, es una sola persona, es un solo Cristo. Y por eso, donde se halla el supremo poder, la parte más débil se mueve al arbitrio de la voluntad..."
Comentario al evangelio de Juan 49, 18.

Que no falte la caridad

"Profetizó Caifás y profetizó Saúl: tenían el don de la profecía, pero no la caridad. ¿Acaso tuvo la caridad Caifás que perseguía al Hijo de Dios, que nos trajo la caridad? ¿Por ventura tenía caridad Saúl, que, envidioso además de ingrato, perseguía a aquel cuya mano le había librado de los enemigos? Hemos probado, pues, que puede encontrarse en alguno la profecía sin la caridad. Pero a éstos la profecía de nada les sirve, según lo dicho por el Apóstol: Si no tengo caridad, nada soy. No dice: «Nada es la profecía» o «nada es la fe», sino: «Nada soy yo, si no tengo caridad». A pesar de tener grandes dones, no es nada; esos mismos grandes dones que tiene no le sirven de ayuda, sino que le llevan a la condena. No es gran cosa tener grandes dones, sino el utilizarlos bien; pero no vive bien quien no tiene caridad. En efecto, sólo la buena voluntad se sirve bien de cualquier cosa; pero no puede haber buena voluntad donde falta la caridad" 
(Sermón 162 A, 3).

Lo que fui ha sido borrado


"¡Ojalá quisieras imitarme, para que tu error se hiciese en algún tiempo pasado! Conocen los pecados pasados cometidos por mí de modo especial en esta ciudad. Aquí viví mal, lo confieso. Y en cuanto me gozo de la gracia de Dios, ¿qué diré de mis iniquidades pasadas? ¿Me duelo? Me dolería si aun permaneciese en ellas. Pues, ¿qué diré entonces? ¿Me alegro? Tampoco puedo decir esto: ¡Ojalá nunca hubiera cometido tal cosa! Lo que fui ha sido borrado en nombre de Cristo. Lo que ahora censuran lo ignoran. Hay muchas cosas que aún vituperan en mí; sin embargo, dista mucho de ellos el conocerlas. Trabajo mucho contra mis pensamientos, luchando contra mis malas incitaciones y combatiendo permanentemente, y casi de continuo, con las tentaciones del enemigo, que quiere echarme por tierra"
(Comentario al Salmo 36, s.2, 19).

No echarnos a dormir


"Todo proviene de Dios, sin que esta afirmación signifique que podemos echarnos a dormir o que nos ahorremos cualquier esfuerzo o hasta el mismo querer (la gracia de Dios no se impone al hombre por la fuerza, se requiere siempre su aceptación). Si tú no quieres, no residirá en ti la justicia de Dios. Pero aunque la voluntad no es sino tuya, la justicia no es más que de Dios... Pero Dios te hizo a ti sin ti. Ningún consentimiento le otorgaste para que te hiciera. ¿Cómo podías dar el consentimiento si no existías? Quien te hizo sin ti, no te justificará sin ti. Por lo tanto, creó sin que lo supiera el interesado, pero no justifica sin que lo quiera él. Con todo, es él quien justifica: para que no sea justicia tuya, para no volver a lo que para ti es daño, perjuicio, estiércol, hállate en él desprovisto de justicia propia"
(Sermón 169, 13).