Mostrando entradas con la etiqueta Alabanza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alabanza. Mostrar todas las entradas

Se alaba para amar

No fueron ocultadas a sus hijos en la generación siguiente. Esta es nuestra generación, en la cual se nos dio la regeneración, pues nos anunciaron las alabanzas del Señor, y sus poderes, y las maravillas que obró. El orden de las palabras es el siguiente: Y nuestros padres nos narraron, anunciando las alabanzas del Señor. Se alaba al Señor para que sea amado. ¿Y qué cosa se ama con más provecho?
 (Comentario al salmo 77, 6)

Dentro está el emperador

“Dentro de cada hombre hay un emperador, reside en el corazón; si es bueno, manda cosas buenas, y se hacen cosas buenas; si es malo, manda cosas malas, y se hacen cosas malas. Cuando en él reside Cristo, ¿qué puede mandar? Sólo cosas buenas. Cuando le posee el diablo, ¿qué puede mandar? Sólo cosas malas. Dios quiso dejar a tu arbitrio, reservar el lugar a Dios o al diablo; cuando lo hayas reservado, el que lo ocupe mandará. Luego, hermanos, no atendáis únicamente al sonido. Cuando alabéis a Dios, alabadle íntegramente: cante la voz, cante la vida, canten las obras. Y, si persiste todavía el gemido, la tribulación, la tentación, esperad; todas estas cosas pasarán, y llegará aquel día en el que alabemos sin descanso” 
(Comentario al salmo 148, 2).

Alabemos a Dios de corazón

“Lo que en hebreo suena aleluya significa, en nuestra lengua, alabad a Dios. Alabemos, pues, al Señor nuestro Dios no sólo con la voz, sino también de corazón, porque quien lo alaba de corazón, lo alaba con la voz del hombre interior. La voz que dirigimos a los hombres es un sonido; la que dirigimos a Dios es el afecto". 
(Sermón 257,1)

Amo lo que alabo

"Porque gratuitamente amo lo que alabo. Alabo a Dios y me gozo en la misma alabanza. Me gozo con la alabanza de aquel con que alabado no me avergüenzo... No sucede esto con Dios nuestro Señor. Se le alabe voluntariamente y se le ame con ternura; gratuitamente se le ame y se le alabe. ¿Qué quiere decir gratuitamente? Por Él, no por otra cosa. Si alabas a Dios para que te dé algo, ya no le amas gratis... Queriendo ser amado tú gratuitamente por tu esposa, ¿desearás tú amar a Dios por otra cosa? Avaro, ¿qué premio has de recibir de Dios? No te reserva la tierra, sino a sí mismo, el que hizo el cielo y la tierra. Te ofreceré un sacrificio voluntario, no forzado por la necesidad. Si por otra cosa alabas a Dios, le alabas por la necesidad, pues si tuvieses lo que anhelas, no le alabarías. Entiende lo que digo; alabas, por ejemplo, a Dios para que se te dé mucho dinero; si de otra parte, no de Dios, entrase la riqueza por tu casa, ¿alabarías por ventura a Dios? Luego si por la riqueza alabas a Dios, no le sacrificas voluntariamente, sino por la necesidad, ya que amas fuera de Él no sé qué otra cosa. Desprecia todas las cosas y mira sólo a Dios" 
(Comentario al salmo 53, 10).

Dios dulzura

"El nombre de Dios es más dulce a sus amantes que todas las dulzuras. Y esperé en tu nombre, porque es dulce. ¿A quién demuestras que es dulce? Preséntame un paladar al cual sea agradable. Alaba cuanto puedas la miel, encomia como puedas su dulzura... Si alabas la dulzura del nombre de Dios, por mucho que la ensalces, con todo, siempre son palabras. Las palabras de alabanza las oyen, asimismo, los impíos, mas sólo gustan los santos lo dulce que es Dios" 
(Comentario al salmo 51, 18).

Servir a Dios es gratis

"Has de conformar tu vida y costumbres con los preceptos de Dios, pues los hemos recibido para bien obrar, empezando por un religioso temor. Porque el principio de la sabiduría es el temor de Dios, por el que se quebranta y debilita la soberbia humana… Para dirigir la mirada pura y auténtica a la luz, no refiramos al fin de agradar a los hombres o de satisfacer nuestras necesidades corporales el bien que laudablemente hagamos ni la verdad que aguda y sagazmente descubramos. Dios quiere ser servido gratuitamente, pues no hay objeto alguno por el que hayamos de apetecer a Dios… Cuatro son las virtudes que también pudieron los filósofos indagar con memorable industria, a saber: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Si ahora logran perfecto culto de religión, les añadimos y unimos otras tres, a saber: fe, esperanza y caridad. Y así hallamos el número siete. Y no pueden omitirse las tres últimas virtudes, pues sabemos que sin ellas ni se puede ni servir a Dios ni agradarle"
(Epístola 171, bis).

Tengo hambre y sed de ti

"Que cada uno de vosotros, hermanos míos, mire a su interior, se juzgue y examine sus obras, sus buenas obras; vea las que hace por amor, no esperando retribución alguna temporal, sino la promesa y el rostro de Dios. Nada de lo que Dios te prometió vale algo separado de Él mismo. Con nada me saciará mi Dios, a no ser con la promesa de sí mismo. ¿Qué es la tierra entera? ¿Qué la inmensidad del mar? ¿Qué todo el cielo? ¿Qué son todos los astros, el sol, la luna? ¿Qué el ejército de los ángeles? Tengo sed del creador de todas estas cosas; de Él tengo hambre y sed y a Él digo: En ti está la fuente de la vida, y, a su vez, me dice: Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Que mi peregrinación esté marcada por el hambre y sed de ti, para que se sacie con tu presencia. El mundo se sonríe ante muchas cosas, hermosas, resistentes y variadas, pero más hermoso es quien las hizo, más resistente, más resplandeciente, más suave" 
(Sermón 158, 7).

Dios no necesita de nosotros

"Yerran los que opinan que Dios ordena esto por su propio interés o regocijo. Con motivo se extrañan de que Dios cambie estas cosas, como si por su gusto mudable ordenase que en el antiguo tiempo se le ofreciese una cosa y en el presente otra. Pero ello no es así. Por eso es verdadero Señor, porque no necesita de su siervo, y, en cambio, su siervo necesita de Él. En esa Escritura que llamamos Antiguo Testamento y en aquel tiempo en que se ofrecían aquellos sacrificios que ya no se ofrecen, se dijo: Dije al Señor: Tú eres mi Dios, porque no necesitas de mis bienes. Luego no necesitaba Dios de aquellos sacrificios, ni necesitaba jamás de nada ni de nadie. Se trata de símbolos de las realidades que Él reparte, ya infundiendo virtudes en el alma, ya para conseguir la salvación eterna. La celebración y ejecución de esas acciones simbólicas son obligaciones de piedad para utilidad nuestra y no de Dios" 
(Epístola 138, 1, 6).

Nos conviene adorar a Dios

"Pero no porque Dios necesite de él, puestos que en estos mismos libros está claramente consignado: Dijo al Señor: Tú eres mi Dios, porque no necesitas de mis bienes. Miraba Dios el bien del hombre tanto cuando aceptaba como cuando rechazaba o contemplaba esos sacrificios. Es a nosotros a quienes nos conviene adorar a Dios, y no al mismo Dios. Cuando El nos inspira y enseña cómo le hemos de adorar, lo hace por nuestra máxima utilidad y no por indigencia alguna suya. Tales sacrificios son simbólicos y expresan la semejanza de algunas realidades. Por estos signos se nos amonesta a escudriñar, conocer o adorar esas realidades simbólicas en ellos… También los que antes de mí expusieron la palabra de Dios trataron copiosamente de los símbolos de los sacrificios del Antiguo Testamento, como sombras y figuras de lo futuro" 
(Epístola 102, 17).

Al Padre le alabaremos siempre

“Leemos en la Escritura: Esto diréis confesando: Todas las obras de Dios son buenas. Luego esta confesión es de alabanza. En otro lugar también dice el mismo Señor: Te confieso, ¡oh Padre!, Señor del cielo y de la tierra. ¿Qué confesaba? ¿Por ventura pecados? El confesar de Cristo era alabar. Oye la alabanza hecha al Padre: Te alabo –dice- porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes y se las revelaste a los párvulos. Luego como después de estas angustias debidas a la corrupción hemos de habitar en la casa de Dios, toda nuestra vida no será más que alabanza de Dios. Se os dijo ya muchas veces que, desaparecida la necesidad, todos los ejercicios u ocupaciones de la necesidad caen por su base, porque no habrá allí otra cosa que hacer. No digo en el día y en la noche, porque allí no hay noche, sino en el día, y, puesto que solo hay día, no habrá otra cosa que hacer si no es alabar a quien amamos, porque entonces también le veremos. Ahora deseamos al que no vemos; entonces ¿de qué modo alabaremos al que vemos y amamos? La alabanza no tendrá fin, porque no lo tiene el amor” 
(Comentario al salmo 141, 19).

Todas las cosas son buenas

“Te desagrada el Creador y Ordenador del mundo. Entonces que no hubiera hecho el sol, puesto que muchos pleitean en sus observaciones sobre las estrellas. ¡Oh si reprimiésemos nuestros vicios! Todas las cosas son buenas, porque es bueno Dios, que hizo todas las cosas. Quien tiene espíritu de investigación, espíritu de sabiduría y piedad, al considerar que todas las cosas son buenas, ve que todas sus obras le alaban. En todo lugar alaban sus obras a Dios. ¡Cómo le alaban todas sus obras por la boca de los tres jóvenes! ¿Qué se omitió en su cántico? Le alaban los cielos, le alaban los ángeles, le alaban los astros, el sol y la luna, el día y la noche; le alaba todo lo que germina en la tierra, todo lo que nada en el mar, todo lo que vuela en el aire; le alaban los montes y los collados, le alaban el calor y el frío; y todas las cosas que hizo Dios oís que alaban a Dios. ¿Por ventura oísteis allí que alaba a Dios la avaricia, que alaba a Dios la lujuria? Estas no alaban, porque Él nos las hizo. Allí alaban a Dios los hombres; Dios es creador del hombre. La avaricia es obra del hombre perverso, el hombre es obra de Dios. ¿Y qué quiere Dios? Destruir lo que tú hiciste en ti y salvar lo que Él hizo” 
(Comentario al salmo 125, 5).

Todo confiesa tus maravillas

“Los cielos confesarán tus maravillas, ¡oh Señor! Los cielos no confesarán sus méritos, sino tus maravillas, ¡oh Señor! En toda misericordia a favor de los criminales, en toda justificación de los impíos, ¿qué alabamos sino las maravillas de Dios? Alabas porque resucitaron los muertos; alaba todavía más, porque fueron redimidos los inicuos. ¡Cuán inmensa es la gracia, cuán inmensa es la misericordia de Dios! Ves a un hombre entregado ayer a la vorágine de la embriaguez, hoy lo vemos adornado de la sobriedad. Ves a un hombre que ayer blasfemaba de Dios, hoy le contemplamos alabándole. Ves a un hombre que ayer adoraba a la criatura, hoy adora al Creador. Así desisten los hombres de todas estas incredulidades; no miren sus méritos; se hagan cielos; cielos que confiesen las maravillas de Aquel por quien fueron hechos los cielos. Porque veré –dice- los cielos, obra de tus dedos. Los cielos confesarán tus maravillas, ¡oh Señor! Para que conozcáis que los cielos han de confesar, ved en dónde confiesan, pues prosigue: Y tu verdad en la Iglesia de los santos. No hay duda que los cielos son los predicadores de la verdad. Pero ¿en dónde han de confesar tus maravillas y verdad? En la Iglesia de los santos. Reciba la Iglesia el rocío de los cielos; lluevan los cielos en la tierra sedienta, y produzca, al recibir la lluvia, frutos buenos, obras buenas; no produzca espinas en recompensa de la buena lluvia para que así no espere el fuego en lugar del granero. Confesarán los cielos tus maravillas, ¡oh Señor!, y tu verdad en la Iglesia de los santos. Luego los cielos confesarán tus maravillas y verdad. Todo lo que anuncian de ti procede y tuyo es; por lo mismo, predican seguros. Conocen, pues, a quien predican; por eso no pueden avergonzarse de lo que predican”
(Comentario al salmo 88, 1, 6).

Te Alabo

“¡Dios bueno!, ¿qué es lo que pasa en el hombre para que se alegre más de la salud de un alma desahuciada y salvada del mayor peligro que si siempre hubiera ofrecido esperanzas o no hubiera sido tanto el peligro? También Tú, Padre misericordioso, te gozas más de un penitente que denoventa y nueve justos que no tiene necesidad depenitencia; y nosotros oímos con grande alegría el relato de la oveja descarriada, que es devuelta al redil en los alegres hombros del Buen Pastor, y el de la dracma, que es repuesta en tus tesoros después delos parabienes de las vecinas a la mujer que la halló. Y lágrimas arranca de nuestros ojos el júbilo de la solemnidad de tu casa cuando se lee en ella de tu hijo menor que era muerto y revivió, había perecido y fue hallado. Y es que tú te gozas en nosotros y en tus ángeles, santos por la santa caridad, pues tú eres siempre el mismo, por conocer del mismo modo y siempre las cosas que no son siempre ni del mismo modo”


(Confesiones 8, 3, 6).

Cantemos concordes

 “La alabanza no es otra cosa que el Aleluya¿Qué significa el Aleluya? Aleluya es una palabra hebrea que significa “Alabad a Dios”.Alelu: alabad; Ya: a Dios. Con el Aleluya, pues, entonamos una alabanza a Dios y mutuamente nos incitamos a alabarlo. Proclamamos las alabanzas a Dios, cantamos el Aleluya con los corazones concordes mejor que con las cuerdas de la cítara. Y después de haberlo cantado, debido a nuestra debilidad, nos retiramos a reponer las fuerzas de nuestros cuerpos… ¡Cómo hemos deseado estos días, que han de volver dentro de un año, cuando acaban de irse! ¡Con cuánta avidez volvemos a ellos pasado el espacio de tiempo establecido! Si se nos dijera ‘No ceséis de cantar elAleluya’, buscaríamos una excusa. ¿Por qué? Porque el cansancio no nos lo permitiría, porque hasta el mismo bien nos cansa. Allí no habrá defecto alguno ni fastidio. Permaneced en pie, alabadle vosotros los que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios. ¿Por qué preguntas qué has de hacer allí? Dichosos, dice,  los que habitan en tu casa, Señor; te alabarán por los siglos de los siglos 
(Sermón 243,8).

Alaba a Dios


"La máxima obra del hombre es alabar a Dios.
A Él le corresponde agradarte con su rostro, y a ti alabarle con la acción de gracias.

Si tus obras no alaban a Dios, comienzas a alabarte a ti mismo. Y perteneces a aquellos de quienes dice el Apóstol: Son hombres egoístas.

Desagrádate a ti mismo y te agrade el que te hizo, porque en Él te desagrada lo que en ti hiciste. Luego sea tu obra la alabanza de Dios, prorrumpa tu corazón palabra buena.

Di, pues, tus obras al rey, porque el rey hizo que las dijeses y te dio lo que ofreces.
Dale de lo tuyo; no pretendas, recibida la parte de tu herencia, alejarte y malgastarla y apacentar cerdos.

Recordad lo que dice el Evangelio, pues también se dijo de nosotros, Había muerto, y revivió; se había perdido, y fue encontrado"
(Comentario al salmo 44,9).