Imita a Cristo

"De aquí, hermanos míos, aprendemos que Cristo únicamente nos enseñó la humildad, puesto que, siendo Dios, se hizo hombre. Esta humildad es la que desagrada a los paganos; por ella nos ultrajan diciendo: '¿Adoráis a un Dios que nació? ¿Adoráis a un Dios crucificado?' La humildad de Cristo desagrada a los soberbios. Si a ti, cristiano, te agrada, imítala. Si imitas a Cristo no te fatigarás, porque él dijo: Venid a mí todos los cansados y sobrecargados y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Esta es la doctrina cristiana: nadie obra bien si no es con la gracia de Cristo. Lo que el hombre obra mal es propio de él; lo que obra bien, lo obra por la gracia de Dios. Al comenzar a obrar bien, no se lo atribuya a sí mismo; cuando ya no se lo atribuye a sí mismo, dé gracias a Aquel de quien lo recibió. Cuando obre bien, no ultraje a aquel que no obra ni se engría sobre él. Pues no se terminó con él la gracia de Dios de suerte que ya no alcance a otro"
(Comentario al salmo 93, 15)    

La Humildad del Redentor

"Para ser crucificado fue despojado de sus vestidos, y después de su muerte fue envuelto en unos lienzos; toda su pasión es nuestra purgación. Quien iba a padecer la muerte, se adelantó en hacer obsequios, no sólo a aquellos por quienes iba a morir, sino también a aquel que le había de entregar a la muerte. Tan grande es la utilidad que reporta al hombre la humildad, que no dudó en recomendarla la divina Majestad. Para siempre hubiese perecido el hombre por su soberbia sino le hubiese hallado Dios con su humildad. Por eso vino el Hijo del hombre a buscar y poner a salvo lo que había perecido. Había perecido el hombre siguiendo la soberbia del engañador, siga, después de hallado, la humildad del Redentor"
(Comentario al evangelio de Juan 55, 7).    

Dios se humilló por ti

"Dios se humilló por ti. Tal vez te ruboriza imitar a un hombre humilde; imita, al menos, al humilde Dios. Oculta el Hijo de Dios su venida en el hombre y se hace hombre; tú, hombre, reconoce que eres hombre. Toda tu humildad consiste en que te conozcas. Luego, porque el Señor te enseña la humildad, por eso dijo: No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Esta es la mejor recomendación de la humildad. La soberbia hace su voluntad, la humildad hace la voluntad de Dios. Por eso al que se llegue a mí no lo arrojaré fuera. ¿Por qué? No he venido a hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Yo he venido humilde, yo he venido a enseñar la humildad, y yo soy el maestro de la humildad"
 (Comentario al evangelio de Juan 25, 16).    

Todo lo ha recibido

"Antes de la venida del Señor Jesús se jactaba de sí mismo el hombre. Viene aquel hombre para que la gloria del hombre mengue y vaya en auge la gloria de Dios. Porque viene Él sin pecado y nos halla a todos con pecados. Si es verdad que viene El a perdonar pecados, que dé Dios con largueza y que el hombre confiese sus pecados. La humildad del hombre es su confesión, y la mayor elevación de Dios es su misericordia. Si, pues, viene El a perdonar al hombre sus pecados, que reconozca el hombre su miseria y que Dios haga brillar su misericordia. Justo es que crezca El y que yo mengüe, esto es, que El dé y que yo reciba; que El sea glorificado y yo confiese mis pecados. Comprenda el hombre su situación y confiese a Dios sus pecados y oiga con atención al Apóstol, que se dirige al hombre soberbio y pagado de sí y que quiere engreírse: ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? Comprenda, pues, el hombre (que pretendía atribuirse a sí mismo lo que no es suyo) que todo lo ha recibido y humíllese; le es mejor que sea Dios en él glorificado"
(Comentario al evangelio de Juan 14, 5).    

Fue tentado por nosotros

"Cristo fue tentado para que no fuese vencido el cristiano por el tentador. El Maestro quiso ser tentado en todas las cosas en las cuales lo somos nosotros; como quiso morir, porque morimos; como quiso resucitar, porque también habíamos de resucitar; pues aquello que ejecutó como hombre el que se hizo hombre por nosotros siendo Dios, por el cual fuimos hechos, lo ejecutó por nosotros. No me pesa de repetir muchas veces a vuestra caridad lo que frecuentísimamente os recomiendo para que quizás muchos de vosotros que no podéis leer o porque no tenéis tiempo o porque no sabéis, a lo menos, oyendo con frecuencia, no olvidéis lo que debéis creer para vuestra salud"
Comentario al salmo 90, 2, 1.

Se turbó porque quiso


"Tu te turbas sin quererlo, Cristo se turbó porque quiso. Jesús sintió hambre, es verdad, pero porque quiso. Es verdad que Jesús durmió, que se contristó, que murió, pero todo porque quiso: en su mano estaba ser afectado de uno u otro modo o no ser afectado. El Verbo tomó el alma y la carne, uniendo en sí en una sola persona la naturaleza humana. Pues por el Verbo fueron iluminadas las almas del Apóstol, de Pedro, de Pablo y de los otros apóstoles, como lo fueron las de los santos profetas; pero de ninguna se ha dicho: El Verbo se hizo carne; Yo y el Padre somos una sola cosa. El alma y el cuerpo de Cristo, con el Verbo de Dios, es una sola persona, es un solo Cristo. Y por eso, donde se halla el supremo poder, la parte más débil se mueve al arbitrio de la voluntad..."
Comentario al evangelio de Juan 49, 18.

La mejor limosna

"En efecto, limosna es un término griego que significa «misericordia». ¿Qué misericordia pudo descender sobre los desdichados mayor que aquella que hizo bajar del cielo y revistió de un cuerpo terreno al creador de la tierra? Al que desde la eternidad permanece igual al Padre, le hizo igual a nosotros por la mortalidad, otorgó forma de siervo al Señor del mundo, de forma que el pan sintió hambre, la saciedad sed, la fortaleza se hizo débil, la salud fue herida y la vida murió. Y todo ello para saciar nuestra hambre, regar nuestra sequedad, consolar nuestra debilidad, extinguir la iniquidad e inflamar la caridad. El creador es creado, el Señor sirve, el redentor es vendido, quien exalta es humillado, quien resucita muere: ¿hay mayor misericordia?" 
Sermón 207, 1.

Llevó vida humana

"Si estos movimientos, si estos afectos buenos, que proceden del amor y de la caridad santa, han de ser llamados vicios, tendremos que admitir que los verdaderos vicios reciban el nombre de virtudes. Pero si estos afectos siguen la recta razón, cuando están puestos en su fin, ¿quién osará llamarlos entonces enfermedades o pasiones viciosas? Por ello, aun en el mismo Señor, que se dignó llevar vida humana en forma de siervo, pero sin tener pecado alguno, usó de ellos cuando lo juzgó oportuno. Porque no era falso el afecto humano de quien tenía verdadero cuerpo y verdadero espíritu del hombre. No es, pues, falso lo que se cuenta de Él en el Evangelio: que sintió tristeza e ira por la dureza de corazón de los judíos, y añadió: me alegro por vosotros, para que tengáis fe. Y lo mismo que lloró cuando iba a resucitar a Lázaro, que deseó comer la Pascua con sus discípulos, que sintió tristeza en su alma al acercarse la Pasión" 
La Ciudad de Dios 14, 9, 3

Es Mediador

"Ciertamente esta concepción enlazó en la unidad de persona al hombre con Dios, a la carne con el Verbo. A ella siguieron las buenas obras, no la precedieron para merecerla. No era de temer que en este inefable modo de unirse la naturaleza humana con la única persona del Verbo pecase ésta, abusando de su albedrío, pues ya la unión era de tal índole, que la naturaleza humana tomada por Dios no admitía en sí ningún movimiento de la mala voluntad. Por este Mediador demostró Dios cómo a los redimidos con su sangre, de malos había que cambiarlos en buenos para siempre, pues El de tal modo asumió la humanidad, que ella fuese siempre inocente, siempre buena, sin haber sido purificada de ninguna mancha de pecado" 
De la corrección y de la gracia 11, 30. 

Obediente hasta la Muerte

"Como Cristo tomó la semejanza de la carne pecadora, quiso sufrir, comenzando desde la infancia, las, vicisitudes de las edades, y hace presumir que hasta la muerte por consunción senil le hubiera llegado, a no habérsele quitado la vida siendo joven. Y esta muerte en los hombres verdaderamente pecadores es una deuda, pagada por la desobediencia, pero en el que tomó sólo semejanza de pecador fue aceptada por obediencia voluntaria. Pues cuando iba a enfrentarse con ella y los padecimientos de la pasión, dijo: He aquí que viene el príncipe de este mundo, pero en mí no hallará tacha alguna: sin embargo, para que todos vean que hago la voluntad de mi Pasre, levantaos, vámonos de aquí. Y dichas estas palabras, se ofreció a ir a la muerte indebida, hecho obediente hasta la muerte"
Sobre los méritos y el perdón de los pecados 2, 29, 48.  

Tuvo Cuerpo Humano

"No escuchemos a los que confiesan a la Trinidad en una sola substancia eterna, pero osan decir que ese hombre que fue asumido dentro de la dispensación temporal, no tuvo mente humana, sino solos el alma y el cuerpo. Esto es tanto como decir: no fue hombre, aunque tuvo miembros humanos. También los brutos tienen alma y cuerpo, pero carecen del entendimiento, que es propio de la mente. Si hemos de anatematizar a los que niegan que tuvo Cristo cuerpo humano, me maravilla que estos no se sonrojen al negar a Cristo lo mejor que tiene el hombre. Es lamentable la mente humana si es superada por su cuerpo. Ahora bien: en Cristo no ha sido reformado el espíritu, y, en cambio, el cuerpo humano recibió ya la dignidad de una forma celeste. Pero Dios nos libre de creer tal cosa, inventada por una ceguera temeraria y por una locuacidad engreída"
El combate cristiano 19, 21.

Asumió el Hombre

"No escuchemos a los que dicen que el Verbo de Dios tomó solamente el cuerpo, y así interpretan la frase el Verbo se hizo carne negando que asumiese al hombre, al alma o cosa del hombre, excepto la carne sola. Mucho yerran. No entienden que se dice el Verbo se hizo carne nombrando solamente la carne. Es que sola la carne pudo aparecer ante los ojos de los hombres, por los que se realizó la encarnación. Como arriba dijimos, es absurdo e indigno que aquel hombre no tuviese un espíritu humano. ¿Cuánto más absurdo será que no tuviese espíritu ni alma y que tuviera tan sólo lo que es ínfimo y más vil aun entre los brutos, es decir, el cuerpo? Excluyamos, pues, también de nuestra fe esta impiedad y creamos que el Verbo de Dios asumió al hombre entero y perfecto" 
El combate cristiano 21,23, 

Inmutable Verdad

"No escuchemos a los que dicen que el Hijo de Dios no asumió un verdadero hombre ni nació de mujer, sino que mostró a los que lo vieron una carne falsa y una imagen simulada de cuerpo humano, ignoran que la sustancia divina, al gobernar todas las criaturas, no puede recibir mancilla en absoluto. Ellos mismos confiesan que este sol visible esparce sus rayos sobre toda la inmundicia y corrupción de los cuerpos, y esos rayos se mantienen limpios y puros. Si, pues, cosas visibles y limpias pueden ser tocadas sin mancharse por cosas visibles y sucias, ¿cuánto mejor pudo la inmutable Verdad, al tomar el alma por el espíritu y el cuerpo por el alma, asumir al hombre entero y liberarlo de todas las enfermedades sin padecer contaminación? Por eso se angustian sobremanera temiendo lo imposible, a saber, que la Verdad se mancille con la carne humana" 
El combate cristiano 18,20.

Dos Nacimientos

"Mira, estaba aquí y estaba en el cielo. Estaba aquí por su carne y por su divinidad, estaba en el cielo; mejor dicho, por su divinidad estaba en todas las partes. Nace de la madre sin que se aleje del Padre. Conocemos dos nacimientos de Cristo: uno divino, otro humano; uno por el que nos creó, y otro por el que nos recreó. Los dos son admirables; aquel sin madre y este sin padre... ¡Ea, hermanos! Dios ha  querido ser hijo del hombre y ha querido también que los hombres sean hijos de Dios. Por nosotros bajó El mismo, subamos nosotros por El. Sólo subió y bajó el que dice: Nadie subió al cielo sino quien descendió del cielo. ¿No subirán al cielo los que son hechos hijos de Dios? Subirán sin duda; tenemos esta promesa: Serán como los ángeles de Dios. ¿Cómo, pues, no sube sino el que baja? Porque no hay más que uno solo que sube y baja. ¿Qué pensar de los demás sino que serán sus miembros, para que sea uno el que sube?"
Comentario al evangelio de Juan 12, 8.

El Hijo de Dios es Hijo del Hombre

"Jesús, Hijo de Dios, es Dios y hombre juntamente. Dios antes de todo tiempo, hombre en el tiempo. Es Dios, porque es Verbo de Dios, pues el Verbo era Dios; hombre, porque, en unidad de persona, el Verbo unió a sí un alma racional y un cuerpo. Por lo cual, en cuanto es Dios, Él y el Padre son una sola cosa; mas, en cuanto hombre, el Padre es mayor que Él. Siendo, pues, Hijo de Dios, no por gracia, sino por naturaleza, para ser también lleno de gracia se hizo hijo del hombre, y de estas dos naturalezas se formó la persona única de Cristo. Porque el tener la naturaleza de Dios no fue por usurpación, porque lo era por naturaleza, esto es, el ser igual de Dios. No obstante, se anonadó a sí mismo, tomando la forma de siervo, no perdiendo o menoscabando la forma de Dios. Y por esto llegó a ser menor, y siguió siendo igual, y las dos naturalezas formaron una sola persona, como está dicho; pero una cosa en cuanto Verbo, y otra en cuanto hombre: en cuanto Verbo, es igual al Padre; en cuanto hombre, menor. Pero es un solo Hijo de Dios, y al mismo tiempo hijo del hombre; un solo hijo del hombre, y juntamente Hijo de Dios; no dos Hijos de Dios, Dios y hombre, sino uno solo: Dios sin principio, hombre en un determinado tiempo, que  es nuestro Señor Jesucristo"
Enquiridión 35, 10

Dios y Hombre

"Verdadero hombre, verdadero Dios; Cristo en su totalidad es Dios y hombre. Esta es la fe católica. Quien niega que Cristo es Dios, es fotiniano; quien niega que Cristo es hombre, es maniqueo. Quien confiesa que Cristo es Dios igual al Padre y hombre verdadero -no nos hubiese liberado la verdad, si hubiese dado por nosotros un precio falso-; quien confiese una y otra cosa es católico. Tiene la patria, tiene el camino. La Patria: En el principio era el Verbo;  existiendo en la forma de Dios, no juzgó objeto de rapiña ser igual a Dios. El camino: El Verbo se hizo carne; se anonadó tomando la forma de siervo. Él es la patria a la que nos dirigimos, Él es el camino por el que vamos. Vayamos por Él a Él y no nos perderemos"
Sermón 92, 3

Ser y Parecer

"Quienes se llaman y no son, ¿de qué les aprovecha el nombre, si no tienen la realidad? ¡Cuántos se llaman médicos y no saben curar! ¡Cuántos se llaman serenos y se pasan toda la noche durmiendo! Así muchos se llaman cristianos y no aparecen tales en sus obras, porque no son lo que se llaman, es decir, en la vida, en las costumbres, en la fe, en la esperanza, en la caridad… Por esto el mundo no nos conoce; porque no conoció a Cristo. Nuestro Señor Jesucristo caminaba, era Dios en carne; se ocultaba en la flaqueza. Y ¿por qué no fue conocido? Porque reprendía a los hombres todos sus pecados. Ellos, amando los deleites de los pecados, no le reconocían Dios" 
(Comentario a la Epístola de San Juan 4, 4).    

Dame un corazón amante, y sentirá lo que digo. Dame un corazón que desee y que tenga hambre; dame un corazón que se mire como desterrado, y que tenga sed, y que suspire por la fuente de la patria eterna; dame un corazón así, y éste se dará perfecta cuenta de lo que estoy diciendo. Mas, si hablo con un corazón que está del todo helado, este tal no comprenderá mi lenguaje... Muestra nueces a un niño, y se le atrae y va corriendo allí mismo adonde se le atrae; es atraído por la afición y sin lesión alguna corporal; es atraído por los vínculos del amor. Si, pues, estas cosas que entre las delicias y delectaciones terrenas se muestran a los amantes, ejercen en ellos atractivo fuerte, ¿cómo no va a atraer Cristo, puesto al descubierto por el Padre? ¿Ama algo el alma con más ardor que la verdad? ¿Para qué el hambre devoradora? ¿Para qué el deseo de tener sano el paladar interior, capaz de descubrir la verdad, sino para comer y beber la sabiduría, y la justicia, y la verdad, y la eternidad
(Comentario al evangelio de Juan 26, 4-5).    

Vamos Creyendo

No vamos a Cristo corriendo, sino creyendo; no se acerca uno a Cristo por el movimiento del cuerpo, sino por el afecto del corazón. Por eso, aquella mujer que tocó la orla de su vestido le toca más realmente que la turba que le oprime... No vayas a creer que eres atraído a pesar tuyo. Al alma la atrae el amor... ¿Qué es ser atraído por el placer? Pon tus delicias en el Señor y Él te dará lo que pide tu corazón. Hay un apetito en el corazón al que le sabe dulcísimo este pan celestial. Si, pues, el poeta pudo decir: "Cada uno va en pos de su afición", no con necesidad, sino con placer; no con violencia, sino con delectación, ¿con cuanta mayor razón se debe decir que es atraído a Cristo el hombre cuyo deleite es la verdad, y la felicidad, y la justicia, y la vida sempiterna, todo lo cual es Cristo? 
(Comentario al evangelio de Juan 26, 3).    

La Miserable y la Misericordia

"Sólo dos se quedan allí: la miserable y la misericordia... Sola aquella mujer e idos todos, levantó sus ojos y los fijó en ella. Ya hemos oído la voz de la justicia; oigamos ahora también la voz de la mansedumbre. ¡Qué aterrada debió quedar aquella mujer cuando oyó decir al Señor: 'Quien de vosotros esté sin pecado, que lance contra ella la piedra el primero!' Mas ellos se miran a sí mismos y, con su fuga confesáronse reos, dejan sola a aquella mujer con su gran pecado en presencia de aquel que no tenía pecado... Clava en ella los ojos de la misericordia y le pregunta: '¿No te ha condenado nadie?' Contesta ella: 'Señor, nadie'. Y Él: 'Ni yo mismo te condeno'; yo mismo, de quien tal vez temiste ser castigada, porque no hallaste en mí pecado alguno"
 (Comentario al evangelio de Juan 33, 4-5).    

El Cristo Humilde

"El camino es Cristo, el Cristo humilde; verdad y vida es Cristo, excelso y Dios. Si andas conforme al humilde, llegarás al excelso; si en tu flaqueza no desprecias su humildad, permanecerás fortalecidísimo en el que es excelso. ¿Cuál fue la causa de las humillaciones de Cristo sino la debilidad tuya? Tu flaqueza te asediaba rigurosa y sin remedio, y esto hizo que viniese a ti un Médico tan excelente. Porque si tu enfermedad fuese tal que, al menos, pudieras ir por tus pies al médico, aun se podría decir que no era intolerable; mas como tú no pudiste ir a él, vino él a ti; y vino enseñándonos la humildad, por donde volvamos a la vida, porque la soberbia era obstáculo invencible para ello; como que había sido ella la que había hecho apartarse de la vida el corazón humano levantado contra Dios "
 (Sermón 142, 2).