"Nuestra vida consiste en el amor; si la vida es amor, la muerte es odio. Cuando comienza el hombre a temer para no odiar a quien ama, teme la muerte, una muerte más apremiante e interna, por la que mata el alma, no el cuerpo. Ponías la mirada en el hombre que se ensañaba en ti; pero ¿qué habría de hacerte aquel contra quien te aseguraba tu Señor, diciendo: No temáis a los que mata el cuerpo? El, ensañándose, mata el cuerpo; tú, odiando, matas el alma; él, además, mata el cuerpo ajeno, tú matas tu alma"
(Comentario al salmo 54, 7).
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