(Sermón 300, 3).
La llave de la cruz
"Ellos no confesaban explícitamente a Cristo, porque su misterio aún estaba oculto. El Antiguo Testamento es el Nuevo velado, y el Nuevo es el Antiguo desvelado. Mira, pues, lo que dice el apóstol Pablo de los judíos infieles, padres tuyos, pero hermanos en el mal: Hasta el presente, cuando leen a Moisés, hay un velo sobre su corazón. El mismo velo permanece sin ser levantado en la lectura del Antiguo Testamento, porque en Cristo desaparece. Cuando pases, dijo, a Cristo, será corrido el velo. El velo permanece sin ser levantado en la lectura del Antiguo Testamento porque en Cristo desaparece. Desaparece no la lectura del Antiguo Testamento, sino el velo allí presente, pues la lectura del mismo no es desvirtuada, sino cumplida por quien dijo: No he venido a derogar la ley, sino a cumplirla. Desaparece, pues el velo para que pueda comprenderse lo que estaba oscuro. El Antiguo Testamento estaba cerrado porque aún no había llegado la llave de la cruz"
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