"Corrígete, escucha la Escritura. No me desprecies como a un hombre que celebra su aniversario; te hablo con palabras de la Escritura: No tardes en convertirte al Señor. Estas palabras no son mías, pero son también mías; si las amo, son mías; amadlas, y serán vuestras. Lo que estoy diciendo está tomado de la Escritura; si lo desprecias, se convierte en tu adversario"
(Sermón 339, 7).
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