Los que aman son elegidos porque aman; pero los que no aman, aunque hablen los idiomas de los hombres y de los ángeles, son como un alambre, que suena, y como un címbalo, que tañe; y aunque tengan el don de profecía, conozcan todos los secretos y posean todas las ciencias y tengan tanta fe que puedan trasladar las montañas, nada son; y aunque distribuyan toda su hacienda a los pobres y entreguen su cuerpo al fuego, no les será de ningún provecho. El amor distingue del mundo a los santos y hace que vivan juntos con una sola alma en la casa
(Comentario a Juan 76, 2).
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