(Comentario a Juan 23, 5).
Dios hace al alma feliz
"La bienaventuranza, sin embargo, del alma, por la que ella es dichosa, no se logra sino por la participación de aquella vida que está viva siempre y que es inmutable y eterna sustancia; es decir, de Dios. Y así como el alma, que es inferior a Dios, comunica la vida a lo que es inferior a ella, es decir, al cuerpo, de igual modo la misma alma no puede recibir la vida que le hace feliz sino de lo que es superior a la misma alma. El alma es superior al cuerpo, y Dios es superior al alma. El alma da algo al inferior, y ella lo recibe del superior. Que ella sea fiel servidora de su Señor, con el fin de que su esclavo no la pisotee a ella… Esta es la religión cristiana: la adoración de un solo Dios, no la adoración de muchos dioses. No hay más que un solo Dios que hace al alma feliz. Es bienaventurada por la participación de Dios. No es feliz el alma enferma por la participación de un alma santa, ni es feliz tampoco el alma santa por la participación del ángel, sino que, si desea el alma enferma ser feliz, que investigue de donde le viene al alma santa su felicidad. No serás tú jamás feliz por el ángel, sino que, por lo mismo que el ángel es feliz, lo serás tú también"
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