"Entre las autoridades divinas incluidas en los escritos sagrados, destaca con toda razón el Evangelio. Él muestra cumplido y realizado lo que la ley y los profetas anticiparon como futuro. Los primeros en anunciarlo fueron los apóstoles, quienes vieron al mismo Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, aún viviendo aquí. No sólo recordaban lo que oyeron de su boca o los dichos y hechos que él realizó ante sus ojos, sino también lo que, antes de constituirse en discípulos suyos, había obrado Dios referente a su natividad o infancia o niñez y merecía ser recordado. Pudieron informarse y conocerlo ya de él mismo, ya de sus padres o a través de otros indicios que no dejaban duda, o de testigos fidelísimos. Una vez que les fue impuesto el deber de proclamar el Evangelios, se ocuparon de anunciarlo al género humano"
(Concordancia de los evangelistas 1, 1, 1).
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