"Todo lo que de saludable concibe la mente, o profiere la boca, o se arranca de cualquier página de la Escritura, sólo tiene por fin la caridad... Ninguna otra cosa busquéis en la Escritura; nadie os mande otra cosa. En todo lo que en la Escritura está oculto, está oculto este amor, y en todo lo que en ella es patente, se halla patente este amor. Si en ninguna parte apareciese patente, no te alimentaría; si en ninguna apareciese oculto, no te ejercitaría. Esta caridad clama del corazón puro, del corazón de aquellos que oran estas palabras con que ahora ora éste aquí. Al instante diré quién es éste: éste es Cristo"
(Comentarios a los Salmos 140, 2).
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