(Sermón 265 F, 1.4).
Somos Hermanos suyos
“Amadísimos, celebramos, como sabéis, la solemnidad de la ascensión del Señor. Según habéis oído, ascendió a su Padre y a nuestro Padre, a su Dios y a nuestro Dios. ¿Cómo hemos merecido la fraternidad con Cristo? En ningún modo hubiéramos esperado ser hermanos suyos si él no hubiese tomado nuestra debilidad. Por tanto, nosotros somos hermanos suyos porque Él se hizo hombre. Quien era Señor se dignó ser hermano; señor desde siempre, hermano a partir de cierto momento; Señor en su forma divina, hermano en su forma de siervo… ¿Qué significa, pues, ascender? Que el cuerpo de Cristo fue elevado al cielo, no que su majestad se alejase. Del lugar a donde ascendió descenderá otra vez y descenderá como ascendió. Lo dijeron los ángeles, no yo. En efecto estaban de pie los discípulos y lo seguían con la vista cuando subía. Y les dijeron: Varones galileos, ¿qué hacéis ahí plantados? Este Jesús vendrá como lo habéis visto ir al cielo”
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