Limosna, ayuno y oración

"Las tentaciones del mundo, las asechanzas del diablo, la fatiga de esta vida, los placeres de la carne, el oleaje de estos tiempos tumultuosos y todo tipo de adversidad, corporal o espiritual, han de ser superados, contando con la ayuda misericordiosa de Dios nuestro Señor, mediante la limosna, el ayuno y la oración. Estas tres cosas han de enfervorizar la vida entera del cristiano, pero sobre todo cuando se acerca la solemnidad de la Pascua, que, al repetirse todos los años, estimula nuestras mentes, renovando en ellas el saludable recuerdo de que nuestro Señor, el Hijo único de Dios, nos otorgó su misericordia, ayunó y oró por nosotros. En efecto, limosna es un término griego que significa "misericordia". ¿Qué misericordia pudo descender sobre los desdichados mayor que aquella que hizo bajar del cielo y revistió de un cuerpo terreno al creador de la tierra?... Con frecuencia a la limosna, se nos ordena que demos pan al necesitado; Él, para darse a nosotros que estábamos hambrientos, se entregó antes por nosotros a gente desalmada. Se nos manda que recibamos al peregrino; Él vino por nosotros a su propia casa, y los suyos no lo recibieron. Bendígalo nuestra alma a Él, que se muestra misericordioso con todas sus iniquidades; a Él, que sana todas sus dolencias, que libra su vida de la corrupción, que la corona en su compasión y misericordia; Él, que sacia de bienes sus deseos" (Sermón 207, 1).

No hay comentarios:

Publicar un comentario