Corrijámonos

“Ahora es el tiempo de la misericordia para corregirnos; no ha llegado todavía el tiempo del juicio. Hay tiempo, hay lugar; hemos pecado, corrijámonos. No se ha terminado el camino, no se ha cerrado el día, todavía no ha concluido todo. No desesperemos, ya que sería aún peor. Debido a los pecados de los hombres —tanto más frecuentes cuanto más leves— estableció Dios en la Iglesia este tiempo de misericordia, la medicina diaria, para que digamos: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Lavada nuestra cara con estas palabras, acerquémonos al altar y participemos del cuerpo y de la sangre de Cristo”
(Sermón 17, 5).

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