"Todo el que pretende conseguir algo para sí, se halla en el ardor del deseo. Este deseo es la sed del alma. Ved cuántos deseos se encierran en el corazón del hombre; uno desea oro, otro plata, otro propiedades, otro haciendas; éste abundante dinero, aquél gran casa, otro mujer, aquél honores, éste hijos. Ved cómo se hallan estos deseos en el corazón del hombre. Todos los hombres arden en deseos y apenas se encuentra quien diga: De ti tuvo sed mi alma. Sienten los hombres sed del mundo, y no comprenden que están en el desierto de Idumea, en donde debe el alma sentir sed de Dios. Digamos nosotros: De ti tuvo sed mi alma. Lo digamos todos, porque en la unión con Cristo todos somos una sola alma. Sienta sed en Idumea el alma"
(Comentario al salmo 62, 5).
No hay comentarios:
Publicar un comentario