“Te desagrada el Creador y Ordenador del mundo. Entonces que no hubiera hecho el sol, puesto que muchos pleitean en sus observaciones sobre las estrellas. ¡Oh si reprimiésemos nuestros vicios! Todas las cosas son buenas, porque es bueno Dios, que hizo todas las cosas. Quien tiene espíritu de investigación, espíritu de sabiduría y piedad, al considerar que todas las cosas son buenas, ve que todas sus obras le alaban. En todo lugar alaban sus obras a Dios. ¡Cómo le alaban todas sus obras por la boca de los tres jóvenes! ¿Qué se omitió en su cántico? Le alaban los cielos, le alaban los ángeles, le alaban los astros, el sol y la luna, el día y la noche; le alaba todo lo que germina en la tierra, todo lo que nada en el mar, todo lo que vuela en el aire; le alaban los montes y los collados, le alaban el calor y el frío; y todas las cosas que hizo Dios oís que alaban a Dios. ¿Por ventura oísteis allí que alaba a Dios la avaricia, que alaba a Dios la lujuria? Estas no alaban, porque Él nos las hizo. Allí alaban a Dios los hombres; Dios es creador del hombre. La avaricia es obra del hombre perverso, el hombre es obra de Dios. ¿Y qué quiere Dios? Destruir lo que tú hiciste en ti y salvar lo que Él hizo”
(Comentario al salmo 125, 5).
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