Servir a Dios es gratis

"Has de conformar tu vida y costumbres con los preceptos de Dios, pues los hemos recibido para bien obrar, empezando por un religioso temor. Porque el principio de la sabiduría es el temor de Dios, por el que se quebranta y debilita la soberbia humana… Para dirigir la mirada pura y auténtica a la luz, no refiramos al fin de agradar a los hombres o de satisfacer nuestras necesidades corporales el bien que laudablemente hagamos ni la verdad que aguda y sagazmente descubramos. Dios quiere ser servido gratuitamente, pues no hay objeto alguno por el que hayamos de apetecer a Dios… Cuatro son las virtudes que también pudieron los filósofos indagar con memorable industria, a saber: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Si ahora logran perfecto culto de religión, les añadimos y unimos otras tres, a saber: fe, esperanza y caridad. Y así hallamos el número siete. Y no pueden omitirse las tres últimas virtudes, pues sabemos que sin ellas ni se puede ni servir a Dios ni agradarle"
(Epístola 171, bis).

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