"Las montañas nos sirven de lo que reciben. Nuestra esperanza debe ponerse en la fuente misma de donde ellas fluyen. Cuando dirigimos nuestra mirada a las Escrituras, que nos han sido servidas por medio de los hombres, levantamos los ojos a lo alto, de donde nos viene el consuelo. Quienes escribieron las Escrituras eran hombres; su luz era recibida. La verdadera luz era Aquel que ilumina a todo hombre que viene a este mundo"
(Comentario a Juan 1, 6).
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