"Oír y anunciar la palabra de la verdad es trabajoso. Pero toleraremos este trabajo, hermanos, con buen ánimo si nos acordamos de la sentencia del Señor y de nuestra condición.Desde el mismo origen del género humano oyó el hombre, mas no del hombre mentiroso ni del diablo seductor, sino de la misma verdad, de la boca de Dios: Con el sudor de tu rostro comerás tu pan. Por tanto, si nuestro pan es la palabra de Dios, sudemos oyendo para no morir ayunando"
(Comentario al Salmo 32, 2, s.2, 1).
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