"La Escritura llamó a la lengua fuego. Al hablar la Escritura sobre la persecución, dice refiriéndose a los mártires matados: Los probó como oro en el fuego y los recibió como ofrenda de holocausto. Oye cómo la lengua de los aduladores es tal fuego: El oro y la plata se prueban por el juego; pero el varón, por la boca de los que le alaban. La persecución es fuego; la alabanza también. De ambos te conviene salir puro, intacto. Te quebró quien te ultrajó; te rompiste en el horno como vaso quebradizo. Te formó la palabra de Dios y vino la tentación de la tribulación; lo que está modelado conviene que sea cocido; si está bien modelado, se acerca al fuego para que le dé consistencia"
(Comentario al salmo 69, 5).
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