“Hermanos míos, que vinisteis con entusiasmo a escuchar la palabra: no os engañéis a vosotros mismos a la hora de cumplir lo que escucháis. Pensad que, si es hermoso oírla, ¡cuánto más será el llevarla a la práctica! Si no la escuchas, si no pones interés en oírla, nada edificas. Pero si la oyes y no la llevas a la práctica, edificas una ruina… Por tanto, el escuchar la palabra y cumplirla equivale a edificar sobre roca. El sólo escuchar es ya edificar"
(Sermón 179, 8)
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