"El espíritu está pronto para serviros, pero la carne es débil. El mismo espíritu, cualesquiera que sean los gozos que concibe de la Escritura de Dios, los da a luz y busca hacerlo en vuestros oídos y vuestras mentes. Preparad en vosotros un nido a la palabra. En la Escritura se nos pone como ejemplo la tórtola, que busca un nido para poner sus polluelos. Lo que traemos entre manos, la Escritura que estáis viendo, nos invita a buscar y a alabar a cierta mujer grande, que tiene un marido también grande, quien la encontró perdida y, habiéndola hallado, la adornó. Lo oísteis hace poco cuando se leyó"
(Sermón 37, 1).
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