"Odio mis vicios y ofrezco mi corazón a mi médico para que lo sane. Los persigo en cuanto puedo, gimo a causa de ellos, confieso que los tengo y me acuso de ellos. Tú que me reprendías, corrígeme tú. Esta es la justicia, no sea que se nos diga: ¿Ves la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo? Hipócrita, quita la viga de tu ojo y entonces verás para quitar la paja del ojo de tu hermano. La ira es la paja; el odio, la viga. Pero nutre la paja y se convertirá en viga. La ira inveterada se convierte en odio; la paja nutrida se hace viga. Para que la paja no se haga una viga, no caiga el sol sobre vuestra ira"
(Sermón 49, 7).
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