"Si, pues, los padecimientos de Cristo los soporta únicamente Cristo, esto es, sólo la cabeza, ¿cómo es que dice cierto miembro de Él, el apóstol San Pablo: Padezco para suplir en mi carne lo que falta del sufrimiento de Cristo? Luego si un hombre cualquiera es miembro de Cristo, cualquiera que seas el que oigas estas cosas, aunque no las entiendas, pero las entenderás si eres miembro de Cristo, conocerás que cuanto padecieres de parte de aquellos que no son de los miembros de Cristo, es lo que faltaba de los padecimientos de Cristo. Se añadió "que faltaba" porque colmas la medida, pero no la derramas. Padeces tanto cuanto de tus padecimientos debía ser añadido al general padecimiento de Cristo, que padeció en nuestra cabeza y padece en sus miembros, es decir, en nosotros mismos. A esta como república nuestra, cada uno de nosotros, según nuestra capacidad, pagamos lo que debemos y, conforme a nuestras fuerzas, contribuimos como con el canon de padecimientos"
(Comentario al salmo 61, 4).
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