Envió a los patriarcas, a los profetas; envió a tan numerosos y grandes pregoneros suyos. La Palabra que permanece envió las voces, y, después de haber enviado por delante muchas voces, vino la voz; en cambio, para que tú puedas comprender llega antes la misma Palabra en su voz, en su carne, cual en su propio vehículo. Recoge, pues, como en una unidad, todas las voces que antecedieron a la Palabra y resúmelas en la persona de Juan. El personifica el misterio de todas ellas; él, sólo él, era la personificación sagrada y mística de todas ellas. Con razón, por tanto se le llama voz, cual sello y misterio de todas las voces
(Sermón 288, 4).
No hay comentarios:
Publicar un comentario