"El que juzga haber entendido las divinas Escrituras o alguna parte de ellas, y con esta inteligencia no edifica este doble amor de Dios y del prójimo, aún no las entendió. Pero quien hubiera deducido de ellas una sentencia útil para edificar la doble caridad, aunque no diga lo que se demuestra haber sentido en aquel pasaje el que la escribió ni se engaña con perjuicio, ni miente"
(Sobre la doctrina cristina 1, 36, 40).
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