"¿A éste quieres agradar?, ¡oh alma humana, oh una en muchos! Oigamos a la Iglesia, que tenía en sus componentes una sola alma y un solo corazón en Dios. A ésta habla el salmo. ¿Quieres agradarle? No podrás mientras permanezcas deforme. ¿Qué harás para ser hermosa? Primeramente que te desagrade tu deformidad, y entonces merecerás conseguir la hermosura de parte de Aquel a quien hermosa quieres agradar, pues será tu reformador el mismo que fue tu formador. Luego primero ve qué eres para que no te atrevas, siendo fea, a ir en pos de los besos del bello. ¿Y qué he de mirar para verme? Dios te proporcionó el espejo de la Escritura. En ella se lee: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. En esta lección se colocó ante tus ojos el espejo. Ve si eres lo que dices; si aún no eres, gime para que seas. El espejo te presenta tu rostro. Como ves que el espejo no te adula, tampoco tú te adules. El te muestra la belleza que tienes, ve cuál eres, y, si te desagrada, procura no ser así. Pues si, siendo fea, a ti misma te desagradas, ya agradas al bello"
(Comentario al salmo 103, 4).
No hay comentarios:
Publicar un comentario