"Conviértanse, pues, y te busquen, porque no como ellos abandonan a su Criador así abandonas tú a la criatura. Conviértanse y al punto estarás tú allí en sus corazones, en los corazones de los que te confiesen, y se arrojen en ti, y lloren en tu seno a vista de sus caminos difíciles, y tú, fácil, enjugaras sus lágrimas; y llorarán aún más y se gozarán en sus llantos, porque eres tú, Señor, y no ningún hombre, carne y sangre, eres tú, Señor, que les hiciste, quien les repara y consuela"
(Confesiones 5, 2, 2).
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