Dios te espera convertido


"Y de nuevo comienzan a decir en sus corazones: En cualquier día que me convierta de mi perverso camino, el Dios misericordioso, como prometió verazmente por boca del profeta, olvidará todas mis iniquidades; si esto es así, ¿por qué convertirme hoy y no mañana? ¿Por qué hoy y no mañana? Transcurra el día de hoy como el de ayer; transcurra envuelto en el perversísimo placer, en el abismo de los crímenes; revuélquese en la delectación mortífera; mañana me convertiré y es el fin... Bien, alégrate, porque el día de mañana será el fin de tus maldades. ¿Y qué, si tu fin llega antes de mañana? Con razón te alegras de que Dios te ha prometido el perdón de tus iniquidades una vez convertido; pero nadie te ha prometido el día de mañana... No lo difieras; no cierres contra ti lo que está abierto. Mira que el dador del perdón te abre la puerta: ¿por qué tardas? Deberías alegrarte de que te abriera si alguna vez hubieras llamado; te abrió sin haber llamado, ¿y te quedas fuera? No lo difieras, pues... Escuchaste el precepto de no diferir el ser misericordioso con otro, y ¿eres cruel contigo con tu dilación? No debes diferir el dar el pan, y ¿difieres el recibir el perdón? Si no difieres el compadecerte de otro, apiádate de tu alma agradando a Dios. Da también a tu alma una limosna. No te decimos que le des tú, sino que no rechaces la mano del que da"
 (Sermón 87, 11).

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