"Espero no seros molesto recordándoos lo que ya sabéis, de la misma manera que repetimos diariamente el Aleluya y diariamente nos causa satisfacción.
Sabéis que Aleluya se traduce por alabad a Dios. De esta forma, cantando lo mismo y con idénticos sentimientos, nos animamos recíprocamente a alabar al Señor.
Sólo a Él puede alabarle el hombre tranquilamente, porque nada tiene que pueda desagradarle.
También en este tiempo de nuestra peregrinación cantamos el Aleluya como viático para nuestro solaz; el Aleluya es ahora para nosotros cántico de viajeros.
Nos dirigimos por un camino fatigoso a la patria tranquila, donde, depuestas todas nuestras ocupaciones, no quedará más que el Aleluya"
(Sermón 255,1).
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